ISSN: 1130-3743 - e-ISSN: 2386-5660
DOI: https://doi.org/10.14201/teri.31487

DESINSTRUMENTALIZANDO LA EDUCACIÓN

Deinstrumentalizing Education

Gert BIESTA
University of Edinburgh. Gran Bretaña.
National University of Ireland Maynooth. Irlanda.
gert.biesta@ed.ac.uk / gert.biesta@mu.ie
https://orcid.org/0000-0001-8530-7105

Fecha de recepción: 26/05/2023
Fecha de aceptación: 16/10/2023
Fecha de publicación en línea: 01/01/2024

Cómo citar este artículo: Biesta, G. (2024). Desinstrumentalizando la educación. Teoría de la Educación. Revista Interuniversitaria, 36(1), 1-12. https://doi.org/10.14201/teri.31487

RESUMEN

Con la palabra “subjetivación” Gert Biesta pretende acentuar la idea de sujeto en la educación. Resaltar la subjetivación, la existencia como sujetos y no como objetos, consiste en intentar existir como adultos en el mundo. Así, intentar vivir la vida de una manera adulta significa no seguir simplemente tus deseos, lo que te apetece, sino tratar de cuestionarte si tu deseo es lo que deberías desear; y llevar esta pregunta contigo ya es una cualidad del grown-upness. En este sentido, se puede decir que la educación tiene algo que ver con la interrupción de los deseos. Por otro lado, con la palabra “aprendificación” el autor quiere resaltar que, en muchas ocasiones, cuando se habla de educación, en realidad, de lo que más se habla es de aprendizaje. A este respecto, enfatiza que el meollo principal de la educación no se encuentra en que los estudiantes ‘simplemente’ aprendan, sino en que siempre aprenden algo, que lo aprenden por unas razones particulares y que lo aprenden de alguien. Gert Biesta destaca también la idea de que la educación no es un instrumento que deba ser efectivo para el cumplimiento de determinadas agendas políticas. La educación tiene su propia identidad. Por eso necesitamos un lenguaje propio en la educación capaz de captar esa singularidad y de evitar instalarse en un vocabulario progresista o conservador. Además, en el artículo se mencionan las limitaciones liberadoras de la pedagogía crítica al señalar que la emancipación puede ser un acto de control, pues la cuestión no es si podemos emancipar a los alumnos, sino de qué los tenemos que emancipar. El artículo termina proponiendo que la pedagogía debe formar parte del corazón de los planes de estudio. Una pedagogía que enfrente a los alumnos con la realidad y con sus deseos para saber estar de un modo adulto en el mundo.

Palabras clave: subjetivación; ‘aprendificación’; madurez; interrupción; pedagogía crítica; emancipación; pedagogía.

ABSTRACT

With the term “subjectification” Gert Biesta intends to draw attention to the role of the subject in education. To highlight subjectivation means to understand existence as subjects and not as objects and to try to exist as adults in the world. A life lived in such a manner requires assessing one’s wishes and feelings, constantly questioning whether your wish is what you should wish for. Bearing in mind this question is already a characteristic of grown-upness. It is for that reason that it can be said that education has something to do with the interruption of desires. In turn, “learnification” emphasizes that, on many occasions, when talking about education what we are talking about is learning. The main aim of education is not mere learning, but that students learn something for specific reasons and from someone. The author also highlights the idea that education is not an instrument that must be effective for the fulfillment of certain political agendas. Education has its own identity, which is why we need our own language in education, one capable of capturing its singularity while avoiding becoming embedded in a progressive or conservative vocabulary. This paper also discusses the liberating limitations of critical pedagogy by pointing out that emancipation can be an act of control, since the question is not whether schools can emancipate students, but what schools must emancipate students from. The author ends by proposing that pedagogy should be at the heart of the curriculum. This pedagogy must confront students with reality and with their desires to help them to live in the world as adults.

Keywords: ‘subjectification’; ‘learnification’; grown-upness; interruption; critical pedagogy; emancipation; pedagogy.

En los últimos años, la obra de Gert Biesta ha venido a ejercer una fuerza que podríamos denominar de “pedagogizadora” sobre los debates educativos contemporáneos, tanto en aquellos que tienen lugar en el propio seno de la Filosofía y la Teoría de la Educación, poniendo las preguntas educativas en el centro del esfuerzo crítico, como en los que tienen entre sus preocupaciones una orientación más empírica y política, situando las preguntas sobre los sentidos y las direcciones de la educación en el corazón de las investigaciones. En este artículo, que se basa en la transcripción revisada de una conversación pública mantenida en Madrid en la primavera de 20231, se repasan varios de estos temas y preocupaciones presentes en su obra más reciente.

1. LA SUBJETIVACIÓN NO ES UNA PERSPECTIVA EGOCÉNTRICA

Con la palabra “subjetivación” pretendo acentuar la idea de sujeto en la educación. Nosotros, como seres humanos, podemos existir como sujetos. Lo contrario de existir como sujeto es existir como objeto. A los alumnos se les trata como objetos cuando, por ejemplo, decimos que los profesores necesitan intervenir en los estudiantes para que produzcan resultados de aprendizaje que se puedan medir. Se convierten en una cosa sobre la que se intenta influir, sobre la que se intenta actuar. Para poder hablar de nosotros, los seres humanos, como sujetos, lo que debemos subrayar, en primer lugar, es que tenemos libertad, libertad para actuar. La noción de libertad es muy importante, tiene mucha discusión filosófica, pero, para mí, la libertad empieza cuando uno se levanta por la mañana y se enfrenta a la cuestión: “¿me doy la vuelta o me levanto de la cama?” Esta es la primera experiencia de libertad. En nuestra vida siempre tenemos un futuro abierto y es necesario decidir: “¿me voy a la derecha, a la izquierda o sigo para adelante? ¿Digo sí o no?”.

Yo no diría que este planteamiento es egocéntrico, ni que convierte a los individuos en sujetos centrados en sí mismos, ni tampoco que nos empuja a una deriva educativa puramente existencialista. No lo es porque resaltar la subjetivación, la existencia como sujetos y no como objetos, consiste en intentar existir como adultos en el mundo, lo que puede resultar muy agradable pero también muy difícil. En ‘intentar existir como adultos en el mundo’ es donde nuestra vida se pone en juego, y si lo evitamos no estamos viviendo nuestras vidas. Como educador, si hay algo que puedo hacer es animar siempre a los alumnos a ir por este camino de existir como adultos, animarlos a que esto es lo que debería ocurrir en sus vidas.

Además, no lo hacemos nosotros solos. Lo bueno de la palabra “subject” en inglés es que “subject” es el que hace la acción, lo cual quiere decir que podemos tomar iniciativas, actuar, hablar, empezar cosas, escribir… Pero para que nuestras iniciativas lleguen a algún sitio tienen que ser emprendidas, a su vez, por otros seres humanos. Puedo escribir durante horas en mi ordenador, pero si nadie lee lo que escribo, si no hay una editorial que diga “traduce esto al español”2, se puede decir que lo que yo escribo no existe. De este modo, todo lo que hago es dependiente de lo que la gente hace con lo que yo hago. Y además lo que la gente hace con lo que yo empiezo no está en mis manos. Se puede decir que para que nosotros seamos sujetos estamos sujetos literalmente a lo que los otros dicen y a sus iniciativas. A veces es maravilloso y todo encaja bien, pero otras creo que tengo una buena idea y alguien me dice: “no, no es una buena idea, déjalo”. Este es el reto de nuestras vidas que, por un lado, todos somos principiantes, por lo que todos tenemos un gran futuro, pero ese futuro no está determinado por nosotros, está sujeto a lo que nos vamos encontrando en nuestras vidas. Para mí este es el reto para poder existir como seres humanos: intentar encontrar un equilibrio entre lo que queremos y lo que el mundo nos depara.

2. UNA TEORÍA SOCIAL DE LA EDUCACIÓN ES UNA TEORÍA POLÍTICA DE LA EDUCACIÓN

Cuando pienso en lo social, en las vidas que intentamos vivir juntos y cómo nos organizamos en la sociedad, la perspectiva es siempre política porque las cosas se pueden hacer de distintas maneras. Hay diversas opciones en cómo nos organizamos en nuestra vida cotidiana. Estas opciones dependen de los valores, de lo que consideramos importante, pero lo que yo considero importante no es necesariamente lo mismo para los demás. Se puede decir que los valores se hacen políticos cuando permiten que las cosas ocurran o cuando las coartan. No puedo pensar en lo social sin pensar en la dimensión política con la que se destaca lo que nos parece importante, cómo lo organizamos y, mediante esa organización, quién y qué es habilitado y quién y qué es coartado. Y la educación es una parte muy importante de esto porque es una manera de organizar nuestras vidas colectivas, y sabemos que cada vez que organizamos la educación de una manera en particular, algunas personas se benefician y otras no se benefician, y esto es un reto que siempre está ahí.

3. LA EDUCACIÓN NO TIENE QUE RESOLVER EL PROBLEMA DE LA JUSTICIA SOCIAL

Hay muchas agendas en torno a la educación. Todo el mundo quiere algo de la educación: los gobiernos quieren algo de ella, la economía, la industria, los políticos, la ciudadanía y los alumnos quieren algo de la educación. Todos estos deseos y peticiones llegan a la educación en forma de agenda y es lo que finalmente se ve en los colegios.

Hay agendas que son estrechas, por ejemplo, cuando se dice que lo único que importa es que los niños puedan leer, escribir y contar, que estos aprendizajes son los principios básicos y que el resto es un lujo: creo que esto es una idea ridícula. Aquí se observa un estrechamiento de algunas agendas, pero también hay otras muy grandes como las referidas a la justicia social, la democracia, la sostenibilidad, etc. Estas agendas son también importantes y no podemos rechazarlas. Pero para mí, como pedagogo –me gusta esta palabra–, la principal cuestión es ¿qué hay de la educación? ¿La educación es solamente una especie de práctica dirigida a cumplir esas agendas? ¿La educación es una especie de servicio? ¿La educación es un instrumento que debe ser efectivo cumpliendo estas agendas, o, por el contrario, ¿la educación es algo en sí misma?

Quiero enfatizar que la educación no es un instrumento. La educación tiene su propia identidad, por lo que no se puede afirmar que una buena educación consista en acertar con una agenda y desarrollarla. Esto es lo que me lleva, por un lado, a rechazar agendas muy simplistas como las que dicen que hay que estar en el top ten de PISA, o en el top ten de los grandes rankings y, por otro, a rechazar otro tipo de agendas instrumentalistas. Me parece estupendo que, por ejemplo, en Escocia, uno de los lugares donde trabajo, se reivindique la educación para la justicia social. Pero nos podríamos preguntar ¿por qué la educación? Si realmente estamos interesados en mejorar la justicia social entonces lo que deberíamos cambiar es la economía para asegurarnos de que todo el mundo tiene los mismos recursos. ¿Por qué pensamos, entonces, que la educación tiene que resolver el problema de la justicia social? Pienso que es importante, como pedagogos y educadores, que pongamos atención en qué es realmente la educación en la justicia social.

3.1. Necesitamos un lenguaje propio en la educación

Una de las causas de este problema es la falta de un lenguaje propio de la educación. Con el fin de prestar atención a lo que es especial en la educación necesitamos una lengua que capte esta especialidad. La pregunta de la lengua autónoma en torno a la educación tiene que ver con la autonomía de la educación. Como señalé antes, si pensamos que la educación es un instrumento del que todo el mundo quiere algo, entonces la educación desaparece. Para mí es importante que intentemos averiguar lo que es la educación en sí misma. Parte de nuestra responsabilidad como pedagogos y educadores es seguir hablando de lo que hace especial a la educación.

Uno de los problemas es que hay muchos lenguajes que hablan de la educación y, rápidamente, cambian a algo distinto. La socialización es una de esas palabras que se confunde con la educación. Por supuesto que el colegio también socializa pero no es la única tarea del colegio. Siempre podemos preguntarnos si necesitamos colegios para eso pues hay otras maneras de socializar más eficaces. Si tú mandas a alguien a una terapia de tres años puede estar muy socializado, pero no tendría la educación que queremos. Por tanto, necesitamos nuestro propio lenguaje para salvaguardar lo que hace importante y especial a la educación.

4. ESTAR EDUCADO ES VIVIR TU VIDA DE UNA MANERA ADULTA

Intentar vivir la vida de una manera adulta significa que no sigues simplemente tus deseos, lo que te apetece, sino que tratas de cuestionarte si tu deseo es lo que deberías desear. Llevar esta pregunta contigo ya es una cualidad, una característica, del grown-upness. Todos nosotros estamos sometidos a un proceso de crecimiento. Pero hay personas, como por ejemplo Donald Trump, que no existen de una manera adulta, no están interesados en esas preguntas. Grown-upness es una cualidad, no un mero proceso de crecimiento ni de maduración psicológica. Y creo que tiene que ser un propósito de la educación. De hecho, podemos encontrarnos con niños que muestran (más que algunos adultos) una gran sensibilidad para preguntarse sobre sus propios deseos.

En general podemos observar que vivimos en una sociedad que no está interesada en que seamos adultos. Las diferentes configuraciones sociales que creamos nos dicen constantemente que deberíamos seguir nuestros deseos y no hacernos preguntas difíciles sobre ellos. Tenemos una economía que no quiere que nos cuestionemos nuestros deseos, sino que sigamos simplemente los que nos llegan. Por ejemplo, Apple no vende teléfonos móviles, lo que vende es el deseo de adquirir un nuevo móvil. Lo mismo pasa con los políticos populistas que prometen darnos todo lo que deseamos si les votamos. También lo hacen las redes sociales: los algoritmos de Facebook retratan lo que a ti te interesa ofreciéndote anuncios para que desees cosas que, en principio, no deseabas. Tiktok es más directo, con más potencia, te empuja, va al corazón de tus deseos e intenta alimentártelos de manera muy rápida: deséalo.

El problema es que vivimos nuestras vidas corriendo detrás de nuestros deseos y nunca encontramos un momento en el que nos preguntemos: “¿es esta la dirección en la que debo ir?” Es una manera infantil de vivir –y no pretendo con esto descalificar a los niños–. Me parece que es muy importante preguntarnos en educación cómo podemos ayudarnos unos a otros para no ser esclavos de nuestros deseos.

Tampoco se trata de decir a los niños o a los jóvenes los deseos que deberían tener o no, esto es una educación moralizante antigua, que decía: “tengo que decirte lo que tienes que desear y te castigaré si no”. Lo que podemos hacer como educadores es crear situaciones en las que los alumnos se encuentren con sus deseos y tengan tiempo para pensar si son los correctos. Por eso, se puede decir que la educación tiene algo que ver con la interrupción de los deseos, con un momento de interrupción donde uno se encuentra con algo que durante un momento te detiene para poder tomarte el tiempo necesario de fijarte en tus deseos y no dejarte bombardear continuamente por ellos. Estas son características importantes de la educación.

Es verdad que hay un gran abismo entre el mundo actual y el colegio. Vivimos en un mundo, en una sociedad, que está menos interesada en el “grown-upness” y más en lanzar el mensaje de: “¿hay algo nuevo que puedas desear? Pues deséalo”. En este contexto, ¿qué puede hacer un colegio? Digamos primero lo que no debe hacer. Lo que no debe hacer es creer que por que vivimos en una sociedad moderna hay que cambiar la educación para que forme parte de esa lógica del deseo. Y creo que últimamente esto es lo que está ocurriendo. Por ejemplo, hay algunos países que dicen que los profesores tienen que asegurarse de que los alumnos saquen buenas notas para ser los primeros en PISA, porque así la gente querrá ir a dicho país y esto es bueno para la educación. Esta lógica equivocada del deseo se está introduciendo en la educación pero, en realidad, termina sacando el tema de la educación fuera de la educación.

También hay que reconocer que, en este mundo, en nuestra sociedad, hay aspectos que nos permiten ser optimistas. Muchas personas, incluso los jóvenes, son conscientes políticamente de los problemas medioambientales, de las guerras, de las desigualdades económicas. No quiere esto decir que la sociedad sea totalmente mala, sino que es importante mirar a la sociedad desde un punto de vista educativo y preguntarnos si la sociedad está todavía interesada en el “grown-upness”.

Hay argumentos muy distintos para decir por qué los colegios son importantes. Por un lado, porque necesitamos un sitio, una institución, un tiempo, donde la relación con nuestros deseos se viva como un problema importante aunque el entorno tenga cada vez menos interés por estas cuestiones. Por otra parte, porque schola significa tiempo libre, y no porque sea el momento de hacer lo que uno quiere sino porque es el momento en el que podemos liberarnos, interrumpirnos y cuestionarnos si realmente lo que deseamos es lo que deberíamos desear.

4.1. ¿Cómo podemos juzgar nuestros deseos?

¿Cómo podemos saber qué deseos merece la pena perseguir? No hay una respuesta a esta pregunta, porque si decimos que ya tenemos los criterios para eso, estamos diciendo que una persona ya sabe lo que tienen que hacer los demás con su libertad. Esta es la conversación en la que tenemos que seguir trabajando. Esta es la belleza de la libertad, pero a la vez la tragedia de la libertad, porque la gente toma decisiones sobre los deseos que quiere perseguir, y a veces estas son catastróficas. Por ello, para intentar vivir de una manera madura es necesario llevar la pregunta de la deseabilidad de los deseos contigo, y no fingir que ya tienes la respuesta.

Sí puede ayudar pensar en lo que te puede entorpecer o no tu vida y la de los demás. También puede ayudar reconocer que si estamos en un entorno que siempre quiere que aceleremos, que vayamos rápido, entonces son entornos que no quieren que dudemos. La duda es un momento en el que dices: “espera, para, ¿tengo que ir en esta dirección o en esta otra?” Tomarse tiempo para eso, para dudar, es un trabajo importante de la educación. También lo es pensar en que los colegios ofrezcan las condiciones necesarias que permitan la vivencia del tiempo, el silencio y la reflexión. Las clases que son siempre ruidosas son sitios difíciles para pensar. También puede ayudar –y esto es muy importante– que haya algo en lo que pensar, algo de lo que hablar, algo que esté en la sala o sobre la mesa y en torno a lo cual el profesor pueda preguntar: “¿qué piensas de esto?” Creo que eso es lo que Paulo Freire entendió bien cuando dice que los momentos educativos son aquellos en los que estamos todos juntos trabajando sobre algo.

Otra idea que puede ayudar a juzgar nuestros deseos y la libertad que conllevan es tener en cuenta las posibles consecuencias. En la vida real encontramos tragedia, poder y limitaciones. Hay una manera de hablar de libertad, lo llamo la libertad “de hacer compras”, donde simplemente crees que el mundo es una tienda y compras lo que quieras sin mayor consecuencia. No es una manera que ayude a hablar de la libertad, es la idea de la libertad que nos viene a partir de la publicidad, que es de nuevo: “sigue tus deseos”. Para pensar bien qué significa la libertad en la educación, para existir en el mundo de los adultos, es necesario tener una noción de las consecuencias.

Otra condición necesaria es que para poder juzgar nuestros deseos tenemos que reconocer, como educadores, que en muchas ocasiones para los alumnos y para los profesores es muy difícil enfrentarse a este mundo. Hay una idea que me gusta de Hannah Arendt que dice que nuestra libertad es nuestra capacidad de empezar. Pero, a veces, las noticias de este mundo, las consecuencias de las acciones emprendidas por las generaciones anteriores hacen muy difícil, para los jóvenes, poder empezar. Por eso uno de los trabajos importantes que hay que hacer en la educación es ayudar a los alumnos a encontrar la energía que les permita mantenerse en el mundo pero sin llegar a controlarlo ni tampoco a retirarse de él. Yo incluiría, de algún modo, la necesidad este poder vivificante en los planes de estudio, por ejemplo, a través de la energía que pueden proporcionar las artes o la lectura de la filosofía.

5. VOCABULARIO PROGRESISTA Y CONSERVADOR

Tener un vocabulario progresista y un vocabulario conservador en educación no es de mucha ayuda porque terminaremos estancándonos en uno de ellos, demonizando a los otros y diciendo “vosotros sois malos y nosotros brillantes”. En el libro “Redescubrir la enseñanza” discuto mucho la importancia de la educación afirmando que es un argumento progresista para una idea conservadora. Con este juego de palabras trato de resaltar la dificultad que tiene en la educación preguntarnos qué es lo conservador y qué es lo progresista. Es muy fácil decir que el pasado es conservador y el futuro progresista, pero hay cosas muy tontas que pasan en el futuro y cosas importantes que debemos captar del pasado. A la educación llegan muchas modas, nuevas ideas, nuevas configuraciones, nuevas tecnologías y siempre prometen que lo nuevo va a ser mejor y, antes de darnos cuenta, olvidamos que ya estamos haciendo algo que era bueno. En una ocasión estaba dando una charla a un grupo de profesores sobre este tema y me decían “hemos estado haciendo educación tradicional mucho tiempo y tenemos que cambiarla radicalmente”. El único argumento era la protesta de que habíamos estado durante mucho tiempo haciendo lo mismo. Entonces yo les dije: “los seres humanos también han estado comiendo muchísimo tiempo, pero no decimos por eso que tenemos que dejar de comer”.

La educación es una construcción social. La manera en que vivimos juntos la educación y los espacios que usamos lo demuestran. Pero no se puede decir que porque sea una construcción social tengamos que abolirla, destruirla, o cambiarla. Por eso es muy importante ver las razones por las que lo hemos hecho así. Nosotros construimos muchas cosas y seguramente casi siempre por buenos motivos. Las instituciones que tenemos, como la ley, también son una construcción social, pero la legislación es muy importante porque nos ayuda a vivir nuestras vidas mejor que si viviéramos una vida solitaria.

Por supuesto, algunas construcciones empiezan a estar desfasadas y empezamos a ver consecuencias que no habíamos imaginado, pero esto no supone que tengamos que pararlas sino que hay que tener el cuidado necesario para ver lo que es de valor y lo que no. Como señalaba antes, hay un trabajo político en la educación que tiene su propio proceso.

6. “APRENDIFICACIÓN

Es otra palabra que me he inventado. Me gusta que suene rara porque esto interrumpe la lectura, de tal modo que uno tiene que pensar en lo que significa. Si sonase bien no nos pararíamos a pensar sobre ella.

He notado que, al menos en inglés y en otras muchas lenguas, en los últimos 20 o 30 años, cuando se habla de educación, en realidad, de lo que más se habla es de aprendizaje: los alumnos como aprendices, el docente como facilitador del aprendizaje, la escuela como un entorno de aprendizaje, el aula como una comunidad de aprendizaje, la educación de adultos como un aprendizaje permanente….

Incluso si pregunto “¿para qué sirven los colegios?”, la contestación más habitual es “para que los chicos aprendan”. Pero, en realidad, para eso no se necesita el colegio. Si queréis aprender, podéis iros a casa, o conseguir un trabajo o hacer algo interesante, pero no es necesario estar en la escuela para aprender. Por otra parte, si quieres aprender tampoco necesitas un profesor. Tampoco tengo ni idea de lo que puede significar la expresión “aprender a aprender”. Sospecho que lo que quieren decir, sobre todos los políticos, es que la gente tiene que saber comportarse, es decir, que tienen que hacer lo que se les dice. Es muy preocupante que estas frases parezcan importantes. No tiene sentido afirmar “en los próximos diez minutos quiero que aprendáis” si no digo al mismo tiempo qué tenéis que hacer. También es raro si os pido “en los próximos diez minutos, aprended” si no se refiere a, por ejemplo, algo en concreto que hemos leído o que reparemos esta bicicleta que ya no funciona. ‘Aprender’ es una palabra que no ayuda nada y que deberíamos dejar de utilizarla.

Puede que sea un poco radical pero lo hago porque estoy pensando en aquellas personas que sólo se preocupan por promocionar el aprendizaje sin esfuerzo o sin hacer preguntas de lo que están promoviendo. Para mí el aprendizaje es un gesto en el que se pregunta “¿qué puedo aprender de todo esto?, ¿qué puedo llevarme de todo esto?” La pregunta educativa interesante es la cuestión que me interpela. Lo importante de un plan de estudios no es el contenido que los alumnos tienen que aprender sino una manera de abrirse al mundo, de poner algo sobre la mesa y de invitar a los alumnos a preguntarse: “¿qué te está interpelando?”.

Cuando en el libro Recuperar la enseñanza me refiero a la necesidad de “liberar a la gente del aprendizaje”, lo que quiero decir es que como profesores si nos preocupamos sólo del aprendizaje podemos perder muchas oportunidades valiosas para los alumnos, muchas posibilidades existenciales. El lenguaje del aprendizaje es insuficiente como lenguaje educativo. El meollo principal de la educación no se encuentra en que los estudiantes ‘simplemente’ aprendan, sino en que siempre aprenden algo, que lo aprenden por unas razones particulares y que lo aprenden de alguien. A diferencia del lenguaje del aprendizaje, el lenguaje educativo siempre presta atención a cuestiones sobre el contenido, el propósito de las relaciones3.

7. LAS SOSPECHAS LIBERADORAS DE LA PEDAGOGÍA CRÍTICA

En el libro Redescubrir la enseñanza hay una sección entera sobre Paulo Freire, quien creo que es una voz muy importante, que ha llegado a ser un icono en la educación.

Para Freire la enseñanza puede ser un problema porque puede ser un acto de control, un acto de hacer que los alumnos sean objetos. Cuando nos fijamos a nuestro alrededor es fácil reconocer que hay formas de enseñanza que son formas de control. Incluso cuando nuestros políticos dicen que hay que “aprender a aprender” están promoviendo, como sugerí antes, un acto de enseñanza político y de control. La cuestión relevante –incluso rara– se encuentra en la solución que Freire propone para resolver este problema pues considera que para superar el control de la enseñanza por parte del profesor hay que prescindir del profesor.

Para Freire los profesores han de ser ‘alumnos’ y los alumnos ‘profesores’ y todos necesitan estar y estudiar juntos. Hay algo interesante en este punto porque se puede decir que es una manera de eliminar al profesor y despojarle de la figura dominante y controladora. Sin embargo, esto es una forma aparente, por excesivamente rápida, de deshacerse de los profesores pues, por un lado, hay un profesor que es quien dice a los alumnos “vamos a estudiar juntos” y, por otro, el mismo Freire actúa como profesor cuando dice que parte de la educación es mala y cuando hace afirmaciones sobre lo que significa existir de una forma auténtica como ser humano. Es muy difícil escapar de la figura de profesor.

8. LA EMANCIPACIÓN PUEDE SER UN ACTO DE CONTROL

En la educación es muy importante tener clara la relación entre libertad y emancipación. ¿Qué quiere decir que la educación tiene que ver con la emancipación? La emancipación puede ser un acto de control si pensamos que los profesores pueden emancipar a los alumnos cuando, por ejemplo, les dicen: “queridos alumnos, todas las ideas de vuestra cabeza son equivocadas, y si las puedo sustituir por las buenas entonces ya os he emancipado”. ¿Quiere esto decir que dejemos de buscar la emancipación o que su conexión con la libertad es imposible de lograr y que deberíamos centrarnos exclusivamente en enseñar a leer, a escribir y en ‘aprender a aprender’? Pues no, creo que no.

Para mí, la cuestión no es si podemos emancipar a los alumnos, sino que de qué nos tenemos que emancipar. No creo que tengamos que ser emancipados de nuestras ideas, porque todos tenemos el poder de pensar y podemos ayudarnos mutuamente a pensar de la mejor manera que sepamos. La emancipación no funciona pensando en que si te implanto unas ideas ya eres libre. El principal reto de la libertad tiene que ver con lo que hemos hablado antes: cómo podemos llegar a estar libres de nuestros deseos o, por lo menos, llegar a tener una relación consciente con nuestros deseos. Aquí es donde yo diría que se sitúa la cuestión de la emancipación. En vez de decir que los alumnos en los colegios tienen que emanciparse hay que preguntarse de qué tienen que emanciparse. El trabajo que tenemos que hacer es intentar ayudarnos a tener una relación con nuestros deseos, no solamente ir detrás de ellos. No quiere decir esto que tengamos que desembarazarnos de nuestros deseos, porque estos nos dan la energía de estar en este mundo. Lo difícil es encontrar los deseos que nos puedan ayudar. Para mí, esta es la manera diferente de conectar educación y emancipación.

8.1. La pedagogía es el corazón de un buen plan de estudios

Pero el cómo hacerlo, efectivamente, es una pregunta difícil y nos sitúa en la cuestión de los planes de estudio. No creo que debamos tener conversaciones personales con los alumnos en las que digamos: “ahora durante una hora háblame de tus deseos y cómo te relacionas con ellos”. Esto es terapia, no educación. No deberíamos ir por ahí. También veo mucha terapia llegando a los colegios que dice que tenemos que asegurarnos del bienestar de los alumnos y de lo bien que han gestionado su aprendizaje, pero eso les aleja de la educación.

Hay planes de estudios académicos que consisten en muchos textos. Otros en prácticas, en hacer cosas, y al hacer cosas uno se encuentra con una realidad, uno se encuentra con ‘una bicicleta que hay que reparar’. No es cuestión de ideas, ni de lo que quieres, sino de que tienes que encontrarte con esta realidad, enfrentarte a ella y averiguar lo que hay que hacer. En ese momento sí que puedes decir que te has topado con tus deseos y con el mundo y que, a veces, puedes llevar a cabo tus deseos y otras no. Para mí, este es un trabajo emancipatorio, trabajar con “grown-upness”, con saber estar de un modo adulto en el mundo. Este es el corazón de un buen plan de estudios. Esta es la pedagogía que está en el corazón del plan de estudios. Si decimos que la pedagogía es para los viernes por la tarde, o para los momentos libres, o que la pedagogía consiste en tener conversaciones profundas con los alumnos, entonces la pedagogía se convierte en una cosa marginal, de las que queremos hacer pero nunca tenemos tiempo. Pero si la colocamos en el centro llegará a ser muy práctica.

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1. Concretamente de una conversación mantenida con la profesora Bianca Thoilliez el 19 de abril de 2023 en la Facultad de Educación de la Universidad Complutense de Madrid. Esta conversación formó parte del ciclo de conferencias y actividades del Proyecto Más que Palabras. Las humanidades en la formación de los educadores, patrocinado por la Fundación Tatiana en el marco de la II Convocatoria para la Financiación de Proyectos Docentes y Culturales sobre ‘Liderazgo y Humanismo Cívico’ y dirigido por el profesor David Reyero. La transcripción corrió a cargo de Rodrigo de Miguel Santamaría, a quien se agradece su labor.

2. G. Biesta se refiere a la traducción al español de su libro Redescubrir la enseñanza, 2022, Morata.

3. Párrafo añadido a la transcripción.